En estas confesiones de un poeta borracho doy rienda suelta a mis perversiones más profundas como la poesía, bien creativa, bien íntima; la escritura de relatos cortos, la poesía en la música, reseñas de cine, la literatura, el arte o la pintura.
Nada mejor que un título llamativo para empezar una entrada, y es que quién puede resistirse a semejante encabezado, y menos si sabe que se trata de un duelo poético en una húmeda madrugada de neón, bajo el techo caleidoscópico de un decadente lupanar en la corte de Felipe IV, donde las meretrices, cortesanas, y Magdalenas varias, acompañan la soledad del vino y el whisky "on the rocks" que bohemios arruinados consumen soñando con ser estrellas del rock mientras liban la grieta oscura y cálida donde habita el olvido.
Luis Eduardo Aute está considerado como uno de los grandes cantautores de esta España nuestra, artista polifacético, pintor, escritor, músico, y un excelente letrista sobre el que siempre he pensado que debería tener un espacio en mis confesiones, aunque lo había ido pospuesto porque me apetecía hablar antes de otros cantantes que me gustan más y que son más cercanos a estilos que suelo escuchar más asiduamente. Siempre lo he asociado un poco a Sabina, quizás porque los dos son asíduos a cantarle a la mujer y al sexo, a santificarlo, convertirlo en una "experiencia religiosa" (y perdón por un juego de palabras tan melévolo);
Nos reencontramos con Nachín, apelativo cariñoso que al parecer le aplican en Gijón a Nacho Vegas sus más allegados.
El subtítulo de esta entrada es referente a la que seguramente sea su canción más exitosa, "El hombre que casi conoció a Michi Panero", aunque para mí no es de las mejores, pero su estribillo canta su mítico:
unos me llaman chaval, otros me dicen caballero, algunos no se han querido pronunciar
A nadie
dedico mi única canción,
mi voz se quiebra ante la destrucción
de mi tierra hermosa
víctima de mi error.
A nadie,
un cielo de cenizas ante mí,
el mundo ha dejado de latir,
no hay sueños, ni ucronías, ni ambiciones,
ni ilusiones, ni vivir.
Ya no quedan libélulas,
ni tampoco cascabeles,
ni briznas de tomillo,
ni aromas de mujeres,
ni flores de cerezo,
ni dolores de rosas,
ni caricias de perro,
ni diamantes en el mar.
No hay nadie,
la magia de mis manos se acabó,
¿dónde están los ángeles?,
¿dónde los cigarrillos,
el crimen y la bondad?
Estoy solo
y reniego ahora mismo de ser Dios,
en el hielo infinito del amor
me arrepiento de haber nacido
y de no poder morir.
La luna
leucocito de mi sangre,
bombilla de los suicidas,
es ahora una lágrima,
una tiniebla en mi piel.
No hay nadie,
ni almas, ni cuerpos, ni razón,
solos otra vez la muerte y yo
en esta soledad eterna,
sin interruptor de Dios.
No hay nada,
nadie va a rezarme más,
llorando mi última canción
quisiera que alguien me cuidara
y me diera calor.
Bueno, esta vez se trata de A nadie, de Javier Corcobado, nuestro poeta maldito, el trovador de las angustias humanas, el crooner atormentado, como leí en una entrevista. Pero todo esto no son más que calificativos que se inventa la gente cuando está aburrida.
Lo que he querido esta vez es presentar la letra desnuda, sin presentación, sin introducción al artista, sin nada, quería mostrar la letra del mismo modo que uno se encuentra un poema, pues sus letras en gran medida son poesías, pero nos permiten seguir viendo las pequeñas diferencias de género.
En general la canción está formada por versos libres, y aunque al principio empieza con una estructura en rima en las dos primeras estrofas, luego llega el cambio de ritmo en la canción y abandona esta estructura para no retomarla ya en el resto de la canción. En principio esto es algo que en poesía pura no debes hacer, lo de mezclar rima y no rima, pero claro, esto es una canción, y también es cierto que toda la letra desprende una desesperación importante, parece difícil pensar en otras palabras, pues la canción es Dios hablando en primera persona, arrepintiéndose de su creación, harto de sí mismo y de su eternidad:
Estoy solo
y reniego ahora mismo de ser Dios,
en el hielo infinito del amor
me arrepiento de haber nacido
y de no poder morir.
La canción comienza manifestando que la creación de la humanidad ha sido un error, error que está destruyendo una tierra hermosa. Sigue lamentándose, con un tono más elevado de la falta de ilusión en los seres humanos:
no hay sueños, ni ucronías, ni ambiciones,
ni ilusiones, ni vivir.
A continuación pasa a enumerar cosas positivas que ya no existen como las briznas de tomillo o las caricias de perro. Esta parte la canta con un tono más amable, de nostalgia, para ya después entablar el final repleto de rabia y odio.
En general es una letra sencilla de comprender, sin complejas metáforas, ni sofisticados recursos literarios, tan sólo un excelente uso del lenguaje. Quizás la parte más destacada al respecto de las metáforas sería la siguiente estrofa:
La luna
leucocito de mi sangre,
bombilla de los suicidas,
es ahora una lágrima,
una tiniebla en mi piel.
Por lo demás, la grandeza del poema está en el mero hecho de utilizar a Dios hablando en primera persona para que exprese sus sentimientos más profundos. Y ése es el principal recurso con el que juega la canción, la personificación, otorgar a una entelequia capacidades humanas, mostrar su lado más oscuro y dejar abierta una pequeña puerta a la esperanza con sus dos últimos versos:
quisiera que alguien me cuidara
y me diera calor
No hay nada, la espiritualidad ha desaparecido, entendiendo espiritualidad como humanidad, el hombre se autodestruye y vive aislado de sí mismo, pero Dios sigue deseando algo del afecto que el hombre carece. Al menos es mi forma de entender la canción.
Javier Corcobado, es músico, cantante y poeta, no sé si a partes iguales, pero si que ha publicado varios libros de poemas y es bastante activo en este terreno, también ha participado en proyectos que combinan poesía con acompañamientos musicales o ilustraciones, y por supuesto ha grabado discos, llevando cerca de treinta años dando guerra.
Y tiene muchas letras interesantes, y seguramente le dedique otra entrada con sus poemas, pero será otra entrada y no una segunda parte, pero el motivo de elegir esta canción ha sido porque fue la primera que escuché de él, y fue un “quién es este tío y porque no lo había escuchado antes”, me encantó la canción, el disco, y todo él, de hecho este disco, A nadie, fue un pequeño paso hacia una mayor popularidad en su carrera.
Les dejo el videoclip oficial de esta canción para que la escuchen, merece la pena escuchar como se desgarra.
Sobre la dicotomía poema/canción han corrido ríos de tinta, para esta primera entrada de esta sección he querido seleccionar dos opiniones en cierta medida similares y en cierta medida diferentes.
Un poema puede ser cantado y una canción, poesía.
J. M. Serrat
Ni son ni tienen por qué ser poemas. Un poema puede funcionar bien como letra de canción, y una letra de canción puede tener altos valores poéticos; pero no son lo mismo.
Opinión vertida en un foro cultural de América latina por un participante del mismo.
Me explico, en esencia ambas están viendo la misma botella, pero Serrat la ve medio llena, puede ser, mientras la otra opinión la ve medio vacía, no tiene el porqué ser lo mismo pero tampoco lo rechaza categóricamente dejando abierta la posibilidad a que una canción pueda ser considerado poema.