La Novia de Lorca

LA NOVIA DE LORCA


Valoración:
La Novia es una libre adaptación de la obra teatral de Lorca Bodas de Sangre que sigue desprendiendo esos aromas de sierra granadina, de caballos, de lunas y navajas, de tradiciones arraigadas por el peso de los años, de conflictos entre familias que se heredan con el paso de las generaciones, elementos muy lorquianos y muy identificables en su literatura llena de contrastes.
Fotograma de Inma de La Novia con Inma Cuesta caracterizada
Inma Cuesta es La Novia que todos podríamos pensar, actriz de raza con la piel regada por soles andaluces que producen ese color tan moreno y ese pelo rizado y salvaje como el personaje que interpreta, pues cuando uno se imagina a la novia, en verdad se imagina a Inma Cuesta. La apuesta es arriesgada, por lo conocido de la misma y por el tratamiento dado, pero consigue captar la esencia de una historia de amor devastadora que te arrastra hacia lo más profundo de tu interior hasta abrasarte la sangre con su fuego.
Toda la obra rezuma la pasión indomable de la naturaleza, la fotografía quemada y llena de luz de los páramos desérticos que de manera inexorable me llevan a Paris, Texas de Wim Wenders; el relincho del pura sangre extenuado cabalgando hasta el límite de los llanos; la música compuesta por Shigeru Umebayashi que, de forma magistral, adorna las imágenes, ya sea con la delicadeza de un cante: La Tarara, o con una guitarra española que acompaña el cante que resuena en el cielo como un “quejío”. Una cosa que descubrí a los pocos días de ver la cinta, y que me llamó la atención, fue averiguar que Vanesa Martín era la voz de la canción del baile: Dice la nostra novia, que es un tema popular del folclore sefardí. Dicha escena del baile es uno de los momentos cumbre, y creo que está muy bien tratada, acelerando la cámara conforme acelera la música y la letra, es uno de los momentos cumbre de la cinta. La cuestión es que no me imaginaba a Vanesa Martín cantando algo tan alejado a su estilo; aunque quizá sea porque su estilo no me gusta. En cualquier caso, lo hace muy bien, y al margen de lo que cante en su carrera particular, la voz de la chica es muy bonita.
Quizás una de las partes más negativas de la cinta sea un excesivo uso del montaje, con mayor énfasis en las escenas iniciales que tratan de atrapar tu atención, pero el cambio de imágenes sucede demasiado rápido para mi gusto y creo que diluye el efecto que plantea conseguir, hay momentos que evocan cierta psicodelia. Con cierta frecuencia uno siente que la directora peca de cierto protagonismo, en especial por la rápida secuencia de planos inicial; sientes que los personajes deberían respirar más y usar un poco más los planos medios, o al menos de busto, en vez de tanto primer plano. Es cierto que es interesante comenzar la historia por el final, que el inicio con la novia en un gran charco de lodo es muy simbólico: el lodo como suciedad, como metáfora de castigo y vergüenza, de ruina, combinado con contrapicados hacia un cielo luminoso que observamos entre las hojas de los árboles; en un contraste al lodo, aquí podemos pensar en una divinización del amor, considerado como un elemento natural más, como el motor que mueve al mundo, pero considero que los cambios de plano se producen demasiado rápido. Aunque como he dicho, me parecen detalles menores que no empañan una gran adaptación.
Fotograma de La Novia, gran plano general de Leonardo montado a caballo
Una de las grandes dificultades que tiene readaptar obras que forman parte del legado de la humanidad, es que muchos de nosotros podemos tener ideas preconcebidas respecto a la obra, personajes, escenografía, etc., y ver algo que nos rompa esos esquemas nos puede chocar. Digo todo esto porque respecto a Inma Cuesta todo son parabienes, pero los otros actores me generan dudas y conflictos internos, quizás basados en esos prejuicios antes mencionados. Sobre Asier Etxendía poco que decir, hace la parte noble, el cisne blanco, solvente, pues creo que el personaje tampoco da para mucho más.
Fotograma de Luisa Gavasa en La Novia
La madre de él, Luisa Gavasa, toda vestida de negro, de riguroso luto guardado durante veinte años, condenada al encierro y al lloro, me recuerda a Bernarda Alba, pero ambos personajes son diferentes, pues este último se muestra con mucha más fuerza, más enérgico, más autoritario y represivo, aunque es cierto que la historia es lúgubre y represiva desde el principio, cosa que no ocurre con La Novia, pues siendo igualmente una historia trágica, se parte de una situación alegre, una boda, y aun habiendo luto por la muerte de marido e hijo en una reyerta entre familias hace veinte años, la madre muestra alegría contenida, quiere ser positiva, aunque la boda de su único hijo la deje sola. Y esta diferencia de personajes hace que tal vez uno sienta que la madre pudiera haber tenido algo más de fuerza, que siendo justos, diremos que la saca cuando su personaje lo requiere, cuando se acerca un poco más al de Bernarda. Por eso quizás no sea justa la analogía entre personajes y deberíamos decir que Luisa borda su papel de madre recelosa. Algo parecido me ocurre con Alex García, Leonardo, el cisne negro, la pasión, la carne, el pecado, la maldición y la perdición. Un físico y una caracterización perfectas, pero esperas algo más de pasión por su parte, pero ¿qué tipo de pasión?, difícil respuesta, pues depende de cómo interpretes al personaje, si lo tratas como una especie de Curro Jiménez, un Don Juan de la sierra, un personaje con fuerte personalidad, o lo tratas como un hombre atormentado por sus deseos, preso de un destino que no eligió. Creo que hubiera preferido verlo hablar con un tono algo más firme, más carismático, sentir que a ti también te arrolla como esa ola que debe ser, pues lo que él desea conlleva, de manera casi inexorable, la ruina de tres familias, y eso implica decisión; aunque esa misma justificación sirve para aceptar su resignación ante la boda, pues prefiere sufrir en silencio su amor que provocar un inevitable baño de sangre, pues solo así se puede recuperar la honra arrebatada. Pero repito, esta opinión es muy discutible.
Fotograma de La Novia en el que aparecen Inma Cuesta y Alex Garcia caracterizados
Resignación o instinto; el bien contra la fatalidad; obedecer a la razón ilustrada, o dejarse arrebatar por los más puras pasiones del romanticismo dieciochesco. Una serie de contrastes que pueden terminar en última instancia evocando a Dios, el gran paradigma de la filosofía universal durante siglos; la muerte convertida en vía de redención. La novia es, ante todo y sobre todo, una gran historia de amor, una de las tragedias más bellas de la literatura española, un trío amoroso condenado al desastre desde su misma concepción; una Iliada hispánica con caballos de verdad. Un reflejo de esa Andalucía rural y escondida, de una España políticamente convulsa y mayormente analfabeta al borde del gran abismo.
Cuando uno sale del cine tras ver La novia sale con una sensación extraña dentro del pecho, como con una espina clavada que puede durarte días… No es que no quieras hablar, es que te arrancó un trozo del alma.

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