El Arrebato de Zulueta

Escribir sobre Arrebato es un reto que da un poco de congoja, pues sobre esta obra se han escrito, no ríos, sino océanos de tinta, y uno tiene que saber lidiar con todo lo escrito para tratar de aportar algo diferente, o en su defecto, que no sea una burda copia de lo ya existente.
Arrebato, como ya sabrás si estás leyendo esto, es una obra de Iván Zulueta, pero no es una simple película, ni siquiera es una simple película de culto, que lo es, Arrebato es una fotografía real, sin ambages, de la incipiente España democrática que apenas sabía nada del mundo, y cual niño pequeño de apenas cuatro años, las ansias de investigar y de descubrir son muy poderosas;
Portada de la película Arrebato, dirigida por Ivan Zulueta
lo que nos muestra Zulueta es su pasión, su pasión por la vida, por el cine, por las drogas, por el dibujo, por el arte, por la libertad, es el grito en imágenes de toda la generación que vivió aquellos ochenta, aquella cosa que luego devino a llamarse "Movida madrileña" y que, como casi todas las "movidas", acabó siendo un accésit más en una caja de maquilladores, carne de mercadotecnia y oportunismo que asesinó al espíritu original que germinó todo el movimiento. Por tal razón es tan importante esta película, pues aunque te desconcierte, te transmite sinceridad, pasión y el deseo creativo que caracterizó a la juventud de los primeros ochenta.
Tuve la oportunidad de verla por primera vez hace un par de meses ya casi un año en un festival de cine realizado en un pueblo cercano, tras acabar la proyección de la cinta se produjo una tertulia entre los asistentes para analizar un poco lo que se había visto, y entre los comentarios y opiniones vertidas salió a relucir que era una película de vampiros, teoría que está bastante aceptada si uno lee otros artículos; pero no podemos limitarnos a etiquetarla de tal modo, pues no es del todo cierto y sería de un reduccionismo ridículo. Sí es cierto que trata el tema del vampirismo, pero lo hace de un modo metafórico, el vampiro es aquello que te apasiona y que es capaz de absorberte, de extasiarte, de arrebatarte, y por supuesto, de chuparte la vida. Para Baudelaire, el vampiro era una mujer, aquí el vampiro es el cine como definición, y el tomavistas como objeto vampirizador. Zulueta, desde la primera escena se nos plantea la frase: No es a mí al que le gusta el cine, es al cine al que le gusto yo, dicha por José Sirgado, el personaje de Eusebio Poncela, simulando ser un vampiro. Siguiendo con esta metáfora, también podríamos llegar pensar en los súcubos, esos espíritus sexuales que te van chupando la energía a través del sexo, pues al principio de las grabaciones durmientes, Pedro se muestra pletórico de energía, pero poco a poco va disminuyendo, hasta acabar como acaba.
Arrebato toca muchos temas paralelos, y uno de ellos, es el de la infancia, el síndrome de Peter Pan, cuando eres niño ves el mundo con unos ojos diferentes a cuando eres adulto, y la pérdida de esa inocencia es algo a lo que Pedro se niega, así es que nos encontramos a un joven de veintisiete años con una mente de doce que está continuamente investigando el mundo con su cámara de súper ocho, rodando de manera compulsiva todo lo que se cruza a su paso, buscando encontrar la piedra filosofal que defina al cine para poder filmarla y lograr el arrebato. Al mismo tiempo vemos como esa infancia desaparece de golpe tras consumir drogas, convirtiéndose en un adulto seguro de si mismo: siendo la heroína la kriptonita que debilita la infancia, o el traje que otorga superpoderes a un ser débil; con el efecto de la droga se siente capaz de mostrar lo rodado y hablar sobre sus objetivos y deseos a alcanzar.
Fotograma en el cual Pedro conoce a José Sirgado, aparece en cuclillas sentado sobre un mueble agarrando un osos de peluche
Ese quedarse atrapado en la infancia, hace que Pedro reniegue del trato con las personas, pues siente que ninguna puede aportarle nada y que ninguna comprendería lo que estaba buscando alcanzar. Cuando crecemos, dejamos atrás los dragones, los héroes legendarios, los caballeros y las princesas, nos damos cuenta de que no seremos futbolistas, y dejamos de coleccionar cromos, pero luego, cuando el adulto abre un cajón o sube al desván de los trastos viejos, observa aquellos juguetes con los que disfrutaba de pequeño y vuelve a ser capaz de disfrutar de ellos de la misma forma, de la misma forma que José Sirgado se queda embobado viendo el álbum de cromos de Las minas del rey Salomón, o Cecilia Roth viendo a la muñeca de Betty Boop, una simple muñeca de trapo (que a mí me parece bastante fea, pero eso no importa). Y es que al parecer, tanto el director, Iván Zulueta, como Will More, eran bastante de ese modo, un poco anárquicos y entrañables, como un niño, con un montón de ideas que improvisaban y modificaban sobre la marcha, y es que el rodaje fue bastante caótico, pues sobraba ilusión pero faltaban medios y organización, a lo que se tiene que sumar un guión bastante complejo con "flashbacks" y saltos temporales no siempre bien definidos, lo que ha hecho que más de una vez se proyectase con el montaje alterado al cambiar el orden de los rollos por error, pero seguramente, sin ese caos no hubiera salido de esta manera.
La droga también está muy presente, como lo estará desgraciadamente años después, la heroína era la gran atracción y la gran desconocida de los ochenta, en poco tiempo arrasó con todo aquel incapaz de apartarse a tiempo de su lado.
foto de Ivan Zulueta
En la cinta vemos como cada personaje le da un uso totalmente diferente: mientras que para Pedro es un mal necesario para poder transformarse en adulto, para José empieza como una diversión y termina en un problema del que intenta huir, y en esa huída es donde aparece el personaje de Cecilia Roth, su ex pareja, que utiliza la heroína como medio de evasión para no abordar problemas, como un hedonismo salvaje, una adicción que la hará entrar en una espiral autodestructiva que arrastrará a José, quien volverá a consumir droga de forma asidua; si nos fijamos en la evolución del personaje, primero lo ves coger una pastilla (¿metadona?), luego rechaza tomarla, pero cuando oye la voz de Pedro en el magnetófono, directamente se inyecta en la vena: ha perdido el control de sí mismo. En esta iniciática caída a los infiernos de José Sirgado, se nos está presentando también al personaje de Pedro, a quien ya habíamos visto al principio grabando la cinta, pero ahora es cuando te preguntas quién es Pedro en realidad, qué historia hay detrás de la cinta. Más adelante vemos al propio Pedro consumir la heroína, o "los polvitos", como estimulador creativo una vez descubre nuevos ritmos para filmar; de igual manera lo vemos abandonándola cuando descubre aquello que estaba buscando: ese ya famoso arrebato. El propio director confiesa abiertamente que durante el rodaje de la película el consumía heroína, pero que podía controlarla para rodar en condiciones óptimas. Y ya que hemos nombrado a los tres personajes principales, diremos que los tres son soberbios, tanto Eusebio como Cecilia son de sobra conocidos, pero Will More no lo es tanto, yo no lo conocía de nada y me impactó su actuación sobremanera, la bipolaridad que muestra es impresionante, devora la cámara, y por momentos te preguntas si no estás viendo una cinta de terror. Como secundarios nos encontramos a Marta Fernández Muro, como prima de Pedro y novia de José Sirgado, un director de cine que busca escenarios para su nueva película y que, a pesar de trabajar en el cine, no transmite el entusiasmo que Pedro ofrece por este arte; el papel de Marta es bastante sencillito y yo la veo como un contraste a su primo, ella es luz y vitalidad, pero de un modo más natural que el de su primo, su sonrisa con sus afamados dientes, llena la pantalla cuando aparece, mientras que Pedro, a pesar de ser como un niño, tiene una parte oculta que te inquieta, representa algo así como un Jekyll y un Hyde, por eso quizás, lo que le ocurre al personaje de Marta sea un poco cruel.
Fotograma de Cecilia Roth disfrazada de Betty Boop en la película Arrebato
Pese a la complejidad de la obra y de su enigmático final, sobre el que me siento incapaz de emitir una opinión pública, considero que la historia tiene un trasfondo positivo, pues habla de ir un paso más allá de la mera existencia humana. No es que se trate de convertirnos en ángeles o seres de una evolución superior, sino más bien de disfrutar lo que tienes y buscar aquello te más te satisfaga, que te de placer, que te arrebate; tal vez esa sea una de las moralejas finales: disfruta como un niño, no tengas miedo, tan solo, déjate llevar.
Unos te dicen que es una cinta autobiográfica, otros que es ficción, pero tras varios visionados, un par de debates y varias lecturas sobre el tema, creo que por lo menos si que es muy personal, y sí, existen muchos directores personales, pero pocos te han sabido transmitir el mensaje de sinceridad que estos fotogramas destilan, cuando ves Arrebato, te das cuenta de que el director se ha dejado el alma en cada toma, en cada plano, en cada escena, en cierta manera el también se ha vampirizado, su propia película le ha consumido las energías. Junto a esta honestidad que la cinta transmite, también transmite la ilusión de un proyecto en el cual un grupo de amigos tienen puestas muchas esperanzas, y que abrirá la puerta y los ojos a otros cineastas como Pedro Almodóvar (quien hace un cameo en forma de voz), para demostrar que con pocos medios se pueden hacer grandes cosas, tan solo tienes que saber adaptarlas a los recursos existentes; y es este factor otro de los elementos por los que esta cinta es importante. Un poco después vendría la explosión de los fanzines, revistas culturales alternativas y una especie de contracultura hispánica que nosotros vivimos casi veinte años más tarde de aquella contracultura sesentera que englobó a otro montón de personas diferentes deseosas por crear algo nuevo.
Es realmente difícil trascender tanto con tan poco, apenas una película, pero Iván Zulueta era un tipo peculiar, dicen que bastante vago, y que lo que le apetecía era rodar un guión ajeno, pero después de Arrebato, seguramente muchos se echasen para atrás; pero aparte de su vagancia, o afán innovador, el problema fue que el cine se fue acomodando y cada vez las ansias de innovación se fueron amainando en pos de un cine más estándar, donde cosas como Arrebato tenían difícil cabida. Dirigió algunas cosas para televisión, aunque pocas, por tanto Zulueta ha pasado a la historia por este arrebatador proyecto en forma de película, una bella y compleja oda al cine, como ha habido otras tantas en la historia. Por supuesto que no es una obra maestra, ni es la mejor película española, no es perfecta, pero si es brutalmente honesta, sí no la has visto no dudes en hacerlo, es una experiencia impactante, y es por todo ello que se ha ganado la etiqueta de cine de culto, lo cual tampoco sé si es bueno o es malo.
Portada del corto documental Kunnstakammer, de Carlos Escolano, basado en la cinta de Zulueta: Arrebato

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