
Toda la obra resulta bastante desconcertante, aun después de entender todo; sin embargo mantiene una atmósfera extrañamente fría, inexpresiva, con una banda sonora ausente, abunda el blanco y los colores pastel, contrastando con el rojo de la sangre. Esto recuerda a la locura del pabellón psiquiátrico, al tedio de los días; ambas obras no guardan excesiva relación, más allá de atmósferas opresoras y del control mental que se pretende ejercer por distintos medios, sin embargo, el cuco siempre revolotea.
Canino comienza con tres hermanos, una clase de idiomas grabada en casete, y con sexo, pero tanto lo uno como lo otro falla, no encaja en el esquema que esperamos y que consideramos normal de tales acciones; no sabremos que falla hasta más adelante.
De lo que Canino habla es del patriarcado, de la sobreprotección que ejercen las sociedades modernas, familias que someten a los hijos a estrictos controles de vigilancia, incluso llegando al aislamiento. Podemos pensar que la visión de Canino es de un radicalismo excesivo, puede ser, pero casos parecidos se han llegado a producir.
Nosotros, los humanos, somos lo que vemos, lo que nos enseñan los padres o las escuelas, lo que aprendemos de la calle, y los tres hermanos no iban a ser menos, salvo que ellos no pisan la escuela y tampoco la calle, con lo cual ya podemos despejar la incógnita. Pero como digo, no importa si Canino puede ser real, o si la realidad pudiera llegar a ser tan extrema como esta, pues lo que nos muestra es la anulación de la voluntad, el control y el dominio sobre las personas: aquí es una familia, pero por qué no un país. Al final tú no eres tú, eres lo que quieren que seas; todo es bueno, bonito, maravilloso, el mal no existe, ni las preocupaciones, ni los problemas, habitamos el jardín del Edén sin serpientes ni manzanas, y eso es Canino, una burbuja viciada, aislada del exterior, a la que no puede entrar nada que no sea previamente aceptado.

La sobreprotección infantil (adolescentes hechos y derechos en la película) seguramente sea la parte más obvia de la película, pero tras este proteccionismo observamos debajo otras capas bastante interesantes: el sexismo machista: la preponderancia del elemento masculino, el poder del falo (y toda la teoría freudiana que queramos meter), el varón como hijo predilecto y al que debemos cuidar como el elemento más querido: todo por, y para el varón; vemos la inocencia de una mente "pura" totalmente manipulada despertarse y plantearse preguntas cuyas respuestas son devastadoras y salvajes, la esperanza y la ilusión quedan aplastadas por la realidad de tu mundo. Por un momento aplaudes feliz por la valentía de la hija, pero pronto descubres con horror lo efímero de la felicidad y cuan cruel es el destino al que la lógica nos conduce al final. El sexo es igualmente utilizado como reflejo de ese machismo sexista, todo al servicio del hombre: la puta que satisfaga sus deseos; ¿y las hermanas, acaso no tendrían deseos?, es posible, pero qué importa, al final solo son mujeres, y esa realidad se muestra con verdadera brutalidad cuando los servicios de pago fallan.

Es cierto que la ignorancia frente a un conocimiento, en situaciones no conflictivas, tiene un cierto encanto naif que produce cierta ternura, lo vemos continuamente con las preguntas que nos pueden hacer nuestros hijos pequeños, pues un niño todavía es una mente sin cultivar, y si esa mente continúa sin cultivarse durante diez, o quince años más, seguirá siendo un niño, seguirá creyendo en los mundos de fantasía porque no ha aprendido a discernir realidades.

Quizá se pudiera sintetizar toda la película en esa frase: el conocimiento es poder; frase propia de novelas distópicas. Y es que en verdad Canino es una confrontación entre el saber y la ignorancia llevada a su máxima potencia, en la que convergen muchos caminos paralelos y que desemboca en un desolador conato de esperanza; aunque quizá haya que matizar el concepto de ignorancia, entendida como desconocimiento del mundo real, ya que el acceso a un libro de medicina aporta conocimientos médicos.
Como curiosidad, destacar el plano homenaje a El Resplandor, de Kubrick, con las dos hermanas juntas en la misma posición que las dos niñas, vestidas igual, aunque con una decoración de globos y guirnaldas a su espalda.

Cuando ves una obra como esta, te quedas pensando un poco en el grado de maestría del director, pero no tienes la certeza de si te ha gustado mucho o te has sentido estafado, personalmente me hallo entre dos aguas, la película creo que es muy buena, pero también creo que es simplemente pasable. Lo original y lo diferente no podemos convertirlo en sinónimo de genialidad o de obra maestra, pues no hay razones objetivas para hacerlo.
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